Resulta sencillo confundir la naturaleza de su obra con la elegancia de la resina o el robusto acabado de la piedra. De un sentimiento a la realidad de la escultura, Willy Verginer logra obras impecables mediante un exquisito tallaje de bloques de madera maciza.

Arrugas que reflejan la sabiduría que impregna el azote del tiempo en la piel, individuos que se confunden con fauna de manera incomprensible, flores que brotan de una juventud con semblante que inspira historias poco amables… Un delicado trabajo en madera que respeta con excelente rigurosidad la proporción y los detalles en esculturas que ven desvanecer su realismo con perfectas franjas de colores intensos. Verginer impregna la furia de su protesta social a golpe de azuelas, gubias y raspines. Una impecable manera de limar asperezas con los valores que en la actualidad, según el escultor italiano, contaminan a la humanidad.